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Foto del escritorJavier Jileta

Reconocer al equipo

Cuando hablamos de equipo, nos referimos a un grupo de personas que comparten una serie de valores e intereses, y quienes a pesar de sus trayectorias, experiencias, funciones y metas particulares, se unen para alcanzar un objetivo en conjunto.


La importancia de los equipos radica en que el motivo por el que se unen es para conseguir un objetivo que muy difícilmente lograrían de manera individual y hacer más eficiente el trabajo al reducir tiempos de ejecución si tomáramos en cuenta que todas las actividades las hiciera la misma persona.


Las bondades de un equipo también se encuentran en que sus miembros ofrecen diferentes puntos de vista al momento de abordar los problemas. Los antecedentes y formaciones de cada uno son una perspectiva valiosa y útil al momento de generar las estrategias, proyectos y tomar decisiones.


Consideremos que, de manera natural, el ser humano es gregario, y busca agruparse con otros a los que considera semejantes para sentirse acompañado, protegido y generar un sentido de pertenencia.


En el ámbito profesional, es importante destacar el hecho de que nos la mayoría de las veces tenemos que interactuar con personas diametralmente distintas a nosotros, si no es que con nada en común. ¿Qué es lo que nos une entonces? ¿Qué nos mantiene juntos? Lo más obvio, podría pensarse, es la concreción de determinada tarea. Sin embargo, no pueden dejarse pasar otros elementos propios de la misma dinámica humana, como lo es la confianza y el aprecio por el otro.


Esto me lo dejó muy en claro la situación que experimenté durante la pandemia por COVID-19. Como líder de la fuerza de tarea para la obtención en el exterior de insumos médicos y equipo de protección personal de la Cancillería mexicana, tuve que confiar primero en mi propio equipo. Pocos meses antes, ya como Director General de Vinculación con las Organizaciones de la Sociedad Civil (DGVOSC), se me había encomendado la tarea de diseñar la nueva área de Impulso Global —en sustitución de la extinta ProMéxico—, así que dentro de mis responsabilidades, además de ser el vehículo de información entre las OSC y el exterior, estaban mapear las oportunidades de inversión en el mundo y estar en constante comunicación con las representaciones de México en el exterior.


Al llegar la pandemia, mi primera tarea fue reorganizar al equipo para distribuir las tareas y atender todos los temas encomendados. Entre todos ellos, y con los que siempre estaré agradecido estaban Mario López Ahumada, Franco Fernández, Guillermo Chávez García, Alejandro Pulido, Edmundo Montes de Oca, Jorge Gutiérrez Reynaga, Íker Jiménez, Diego de León, Juan Carlos Serio, Santiago Toledo y José Carlos Barranco. Mi admiración para todos ellos, quienes a pesar de atravesar como todo el mundo por tiempos de incertidumbre, mostraron el coraje para mantener funcionando la DGVOSC, Impulso Global y la estrategia internacional contra el COVID. Su compromiso y adaptación fueron cruciales para seguir dando resultados.


Sin embargo, el éxito de la encomienda tampoco hubiera sido posible sin la participación de gente extraordinaria que conocí dadas las mismas circunstancias y las cuales me ayudaron desde otras instancias. Entre ellas: Iraís Barreto, de INSABI; Thalía Lagunes y Teo Palafox, de SHCP; Raquel Buenrostro, de Oficialía Mayor; José Novelo, Marcela Madrazo, Evelia Espinoza y Ricardo Cárdenas, de COFEPRIS; Alejandro Méndez, de Aeroméxico Cargo; el Dr. Guillermo Torre, de TEC Salud, y el Dr. David Kershenobich, del INCMNSZ, entre muchísimos otros.


Desde cada una de nuestras áreas de trabajo, todos colaboramos, construimos, coordinarnos y sumamos esfuerzos para buscar, clasificar, proponer, analizar y certificar los insumos solicitados por la Secretaría de Salud y materializar su llegada a México.


El éxito, más allá de cómo contribuimos para dotar a México de herramientas para su lucha frente a la pandemia, fue que el equipo dentro de SRE pudo gestionar por un lado esta ardua tarea y, a la vez, seguir atendiendo a las OSC con quienes, de la mano de las agencias de las Naciones Unidas en México, organizamos una serie de 20 conversatorios virtuales, con 73 instituciones invitadas y más de 600 participantes.


Por el otro, también continuamos con las actividades de Impulso Global, con el Embajador Mario Chacón y Guillermo Chávez como responsables de diseñar y presentar la estrategia económica en Europa y Asia. Asimismo, Mario López Ahumada y Alejandro Pulido me apoyaron en incontables ocasiones en los webinars organizado por el COMCE y las embajadas de México en el exterior y que incluyeron a países como Catar, Emiratos Árabes Unidos, Corea, Sudáfrica, Indonesia, Vietnam, Israel, Japón, Estados Unidos, Canadá, por mencionar algunos.


El éxito de cualquier misión depende, sí, de la planeación, el liderazgo, la estrategia, la eficacia, la ejecución, el replanteamiento y la concreción de resultados. Pero también, por supuesto, de un equipo de personas comprometidas con lo que están haciendo; en este caso: ayudar a su país.


Agradezco sobremanera tanto al Canciller Marcelo Ebrard, como a la Subsecretaria Martha Delgado por la confianza puesta en mí.


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