top of page

Pemex no está solo: 28 aliados estratégicos y un nuevo momento para la soberanía energética

  • Foto del escritor: Javier Jileta
    Javier Jileta
  • hace 22 horas
  • 2 Min. de lectura

En medio de un contexto internacional volátil y con desafíos financieros heredados, Petróleos Mexicanos está trazando un nuevo rumbo: uno que no cede soberanía, pero que sí abre puertas a la coinversión responsable. La noticia de que 28 empresas —entre ellas el Grupo Carso de Carlos Slim— han manifestado interés en asociarse con Pemex en esquemas de desarrollo mixto es una señal clara: la confianza en el Estado mexicano y su empresa energética está viva y creciendo.


Lejos de ser una privatización encubierta, estos proyectos mixtos se enmarcan en la legislación vigente y parten de un principio innegociable: Pemex lidera. La inversión privada acompaña, pero no suplanta. Se trata de un modelo que reconoce que los desafíos de exploración, extracción y financiamiento son complejos y que, ante un mundo en transición energética, México necesita actuar con inteligencia, sin dogmas y con visión de largo plazo.

Los 11 proyectos identificados abarcan desde campos terrestres hasta aguas profundas, y se encuentran en distintas etapas. Esta diversificación es clave: permite atraer diferentes tipos de capacidades técnicas, acelerar tiempos de desarrollo y, sobre todo, incrementar la producción nacional sin hipotecar el control estratégico de los recursos. El objetivo es claro: alcanzar 1.8 millones de barriles diarios, sin comprometer el mandato soberano de nuestra empresa.


Como lo ha indicado Grupo Carso, los contratos mixtos con Pemex representan una opción que brinda mayor certidumbre en términos de estabilidad y garantías de pago. Es decir, incluso para el sector privado, el liderazgo estatal es sinónimo de certidumbre. Esto desmiente el discurso derrotista que insiste en presentar a Pemex como una carga; más bien, confirma que Pemex sigue siendo un eje vertebral para el desarrollo nacional y un socio atractivo cuando hay reglas claras y visión compartida.


Por supuesto, los retos persisten. Pemex arrastra pasivos por casi 99 mil millones de dólares y enfrenta restricciones operativas. Pero ahí es donde entra la responsabilidad del Estado. La Secretaría de Hacienda, con visión estratégica, prepara una emisión de instrumentos financieros innovadores —las P-Caps— para refinanciar deuda bancaria y fortalecer el flujo operativo de la empresa. Lejos de improvisar, este es un Estado que planea, coordina y sostiene.


El modelo de desarrollo mixto no es una concesión ideológica: es una decisión pragmática. Es entender que en esta etapa histórica de nuestro país, defender a Pemex no significa aislarlo, sino integrarlo a un ecosistema de colaboración que respete su misión pública. Es también una forma de acelerar la transición energética con una base sólida, sin ceder el timón.


Hoy, frente a quienes dudan del rumbo energético de México, la respuesta es clara: Pemex no está solo. Y cuando el capital nacional e internacional entiende que el futuro pasa por sumar al proyecto de nación, se generan nuevas posibilidades de prosperidad compartida. Este es el nuevo momento de Pemex —y es uno que nos convoca a todos.

 
 
 

Entradas recientes

Ver todo

Comments


 2020 by Javier Jileta

bottom of page