El parkinson es una enfermedad neurodegenerativa que afectará a gran parte de la población mexicana. Por lo que utilizar los medicamentos más avanzados para tener una población más sana debe ser una prioridad de salud pública. En lo personal, mi abuela padeció de Parkinson, una enfermedad cruel que afecta el día a día de las personas que amamos. El desarrollo actual de medicamentos agonistas del receptor GLP-1 hacen toda la diferencia para controlar y tratar padecimientos. En distintos círculos médicos en Londres he escuchado cómo médicos llaman al Parkinson y al Alzheimer sub enfermedades de la diabetes. Es decir, que el control de glucosa en la sangre y el funcionamiento de la insulina representan el mayor reto para poderse proteger de las mismas. Comparto el resumen que realicé de uno de los últimos artículos publicados en el International Journal of Molecular Sciences. La política pública mexicana debe evaluar una asociación estratégica con productores de agonistas de receptores de GLP-1 para tratar con tecnología de última generación a la población y así mejorar la calidad de vida de los mexicanos, pacientes, familiares y toda la sociedad.
El Parkinson (PD) es la segunda enfermedad más común que afecta al cerebro y que empeora con el tiempo. En esta enfermedad, las células cerebrales que producen una sustancia llamada dopamina, la cual ayuda a controlar los movimientos, empiezan a morir. El tratamiento principal para el Parkinson se enfoca en reemplazar esta dopamina que se pierde, para así aliviar los síntomas, aunque no cura la enfermedad.
Recientemente, los científicos han descubierto algo interesante: parece que cuando la insulina, una hormona que regula el azúcar en la sangre, no funciona bien en el cuerpo, esto podría estar relacionado con el Parkinson. En personas con resistencia a la insulina (una condición donde el cuerpo no responde bien a la insulina), la dopamina en el cerebro podría dañarse más fácilmente. Además, han encontrado que el metabolismo del azúcar (cómo el cuerpo usa el azúcar) está alterado en varias partes del cerebro de personas con Parkinson. También se ha observado que tener diabetes tipo 2 (una enfermedad donde el cuerpo tiene problemas para controlar el azúcar en la sangre) puede aumentar el riesgo de desarrollar Parkinson.
Una noticia interesante es que algunos medicamentos que ya se usan para tratar la diabetes tipo 2, llamados agonistas del receptor GLP-1, están mostrando señales de que podrían ser útiles también para tratar el Parkinson. Estos medicamentos han demostrado en estudios con animales y en estudios iniciales con humanos que pueden ayudar a restaurar la dopamina en el cerebro, evitar la pérdida de más células cerebrales, y reducir tanto los problemas de movimiento como otros síntomas del Parkinson.
Los estudios que se han hecho con personas usando estos medicamentos, como exendina-4, liraglutida y lixisenatida, han mostrado mejoras en la capacidad de moverse y en las funciones cognitivas (como la memoria y el pensamiento), además de mejorar la calidad de vida diaria de estos pacientes. Esto ha llevado a los investigadores a pensar que estos medicamentos podrían ser útiles para cambiar el curso del Parkinson, no solo para tratar sus síntomas.
Estos medicamentos podrían ayudar también al cerebro de otras maneras, como reduciendo la inflamación (hinchazón) en el cerebro, el daño por estrés oxidativo (un tipo de daño celular), manteniendo en buen estado las mitocondrias (que son como las fábricas de energía de las células), y ayudando a las células a manejar proteínas mal plegadas o dañadas. Todo esto está relacionado con cómo comienza y progresa el Parkinson.
Ahora, estamos esperando los resultados de varios estudios clínicos que se están realizando para ver si estos medicamentos pueden lograr algo muy difícil, pero esperanzador: detener o incluso revertir la progresión de esta enfermedad tan devastadora.
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