Durante varios meses he estado trabajando con mi equipo sobre una serie de propuestas para tener el México en el que amo vivir. Brillantes mentes me han acompañado en crear en distintas ramas propuestas. El esfuerzo que hemos realizado con equipo comprende, planes de trabajo para todas las secretarías de estado, visiones prospectivas en distintas áreas y un diseño de pilares para guiar toda la política pública nacional. Buscar proyectos, opciones y dialogar puntos de vista para generar acuerdos en política pública ha sido algo que me recordó cuando generamos la visión de Ciudad de México, Ciudad del Conocimiento.
Compartiré tres de las visiones que hemos trabajado quienes somos parte de este proyecto. Todas estas visiones están planteadas en un rango de tiempo generacional, es decir, el objetivo lo lograremos a través de 6 sexenios para aspirar a México 2050. La primera prioridad es entender la salud como un anhelo que permita a los mexicanos contar con servicios de salud sin condición. El segundo elemento hace referencia a re-pensar el sistema eléctrico nacional, como un sistema con innovación, nuevos proyectos de punta y que garantice suficiencia para los próximos 30 años. El tercer elemento que compartiré hoy toma la vertiente de los jóvenes para ofrecerles un cambio generacional y aspiracional hacia decisiones que se alineen con mejores relaciones interpersonales y la generación de anhelos y sueños. Empezaré por esta última visión.
La juventud en nuestro país está acechada por una vorágine de información, descomposición de sus comunidades sociales, víctima de una educación que no eleva el ingreso, y una desaparición más allá de prejuicios sociales de qué es ser mexicano. El problema lo hemos generado nosotros. En el 2024 habrá 8 millones nuevos electores para México, este segmento está nulamente atendido por la política. Estos mexicanos debieran contar con una oportunidad de poder salir de la realidad de violencia y descomposición que instauró FCH (independientemente de que fuera lo correcto o no). ¿Cuáles son esas salidas? La oportunidad de poder reivindicar la educación y el deporte como caminos que mejoran el ingreso, la riqueza de la experiencia de vida y su comunidad: educación vivencial. Una propuesta es plantear que el 10% de los jóvenes que se gradúen de bachillerato con calificaciones superiores al 9.5, participen en programas de deporte nacional, y presten algún servicio a su comunidad puedan cursar de uno a dos años de su carrera en el exterior. El propósito es hacer clara la conexión entre la educación, deporte y comunidad con tener acceso a experiencias únicas y deseables. El costo de estos muchachos es de 800M de USD, el equivalente a cobrar las visas que se expiden actualmente para visitar México cada año en 20 USD. Es factible, deseable, mejora el turismo, genera más empleos y desarrolla nuestro futuro: los jóvenes.
El sistema de salud nacional es suficiente y funcional para poder ofrecer la totalidad de los servicios de salud de manera gratuita. Un dato que sirva como referencia para mis colegas economistas. Actualmente se quedó a medias el trabajo para minimizar la cantidad de medicinas que el gobierno mexicano adquiere. Empezamos con 14,000, bajamos a menos de 5,000, una proeza de Raquel Buenrostro y Thalia Lagunes. Sin embargo, este esfuerzo es insuficiente si tomamos de referencia el sistema de cobertura social inglés, que para tratar las enfermedades de su población recurre a menos de 1000 medicamentos. Si realizáramos este cambio, sería suficiente para reducir y ahorrar cientos de miles de millones de pesos en atención médica a nivel nacional. Aunque generaría un enfrentamiento con un grupo de interés que mantiene la atención médica en la ineficiencia y el despilfarro. Dentro de este cambio el trabajo con los sindicatos de salud es crucial. Requerimos que se pague conforme se debe a los servicios de salud, aumentar las plazas para la atención, aumentar las plantillas de médicos y generar el servicio civil de carrera médico. A través de compras eficientes y transparentes de medicamentos y equipos es que podremos tener los recursos suficientes para que la atención médica en México sea gratuita. La derrama, sería de una dimensión no antes vista en el país desde la creación de la educación pública en tiempos de Vasconcelos.
Finalmente, cómo se mueve el país pasa por una hipótesis de corte energético y de transporte. La energía es un método para realizar acciones. Nuestro país requiere de un nuevo sistema de transporte eléctrico y una reoptimización de la generación eléctrica que tiene el país. Los desbalances en el territorio nacional hacen inoperante el sistema de generación actual y susceptible a picos distribuidos en las regiones. Plantear la electrificación del transporte contrasta con las estrategias europeas de hidrogenizarlo. Si bien el primero está en sincronía con EEUU, la segunda podría tener beneficios de utilizar las infraestructuras actuales de Pemex. Sin embargo, considero que una no excluye a la otra, y México debe beneficiarse de tanto los subsidios de EEUU como de la Unión Europea.
Ahora, replantear cómo funciona el sistema eléctrico pasa por una propuesta controversial para un público atrapado en la idea que lo nuclear = destrucción. Si bien logramos un premio nobel por hacer a América Latina y zona libre de armas nucleares, el exceso ha hecho que eliminemos de nuestro porvenir las nuevas opciones nucleares seguras y de tecnologías distintas. No todo son reactores nucleares con turbinas, existen múltiples nuevos sistemas, modulares de bajo costo que pueden reconvertir la disponibilidad eléctrica y su costo a lo largo del país. Suecia, Francia y Alemania lo hacen. Los tres hasta la fecha, se arrepienten de seguir las políticas de activistas fondeados por los hidrocarburos de enterrar sus programas nucleares. México debiera retomarlos y utilizar las tecnologías billonarias que EEUU ha generado, pero no utiliza por los problemas de cabilderos petroleros. A través de este replanteamiento, es posible con un modelo modular, de bajo costo, seguro, eficiente y distribuido a través del territorio nacional, dar energía brincando la era de gas que es falsamente limpio.
México merece generar un nuevo sueño. Regresar al México de los grandes proyectos, de la potencia mundial que somos. Eso pasa por terminar las obras que se realizaron en el sexenio actual, como también en eliminar las que resultan contra el beneficio nacional. Todo proyecto político debe de sopesar plantear opciones para el futuro, el Tren Maya sí lo es. Los mexicanos debemos de trabajar para que cada generación de mexicanos aspire a una comunidad y una nación que le de orgullo vivir en ella. Siempre y cuando tengamos un proyecto claro de futuro, no de un sexenio, pero de una generación, podremos vivir con esperanza y felicidad.
Estaré compartiendo otros de los planteamientos que hemos realizado como equipo. Me han sugerido publicar los tres textos que preparamos. No sé si lo haré, aunque mucho disfruté hacer este proyecto, sin el equipo que me toca dirigir no sería posible. Gracias a todos.
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