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Del “Made in Mexico” al “Made by Mexico”: así se construye la nueva soberanía energética solar

  • Foto del escritor: Javier Jileta
    Javier Jileta
  • hace 3 minutos
  • 4 Min. de lectura

La industria solar global atraviesa un punto de inflexión. Mientras Estados Unidos redefine su política industrial en un contexto interno cambiante y China reafirma su dominio tecnológico en cadenas de valor críticas, México tiene hoy una oportunidad histórica no solo de integrarse, sino de liderar.

Gracias a un nuevo marco legal y una visión renovada del desarrollo energético, podemos dar el salto de ser una plataforma de manufactura a ser una potencia industrial, innovadora y estratégica en energía solar, con beneficios directos para nuestra economía, nuestra soberanía y el proyecto norteamericano compartido.

Este no es solo un momento técnico. Es un momento político y civilizatorio. La transición energética es también una transición de poder.⸻ 


La reforma energética como catalizador del cambio

En México, la reciente armonización legislativa en materia energética ha sentado las bases para un nuevo tipo de liderazgo industrial. Las reformas —incluyendo la Ley de Planeación y Transición Energética (LPTE) y la nueva Ley del Servicio Eléctrico (LSE)— hacen algo más profundo que redefinir funciones institucionales: redefinen el rol del Estado como articulador de un ecosistema de innovación con vocación social y productiva  .

Este marco normativo permite:

1. Crear cadenas de valor con contenido nacional y visión regional,

2. Impulsar esquemas de inversión mixta que atraigan capital sin ceder soberanía,

3. Establecer Polos de Bienestar como clústeres industriales con vocación solar,

4. Simplificar y priorizar la generación distribuida, el autoconsumo y la cogeneración,

5. Colocar la justicia energética como un principio rector de planeación y política pública. 

Esto no es solo política energética. Es política industrial, social y de integración continental.


De plataforma manufacturera a potencia solar con voz propia 

México ha sido durante décadas un socio confiable en manufactura para el mundo. Pero hoy, la historia nos ofrece una nueva narrativa: la posibilidad de pasar del “Hecho en México” al “Hecho por México”.

La diferencia es profunda: ya no se trata solo de ensamblar paneles solares con tecnología de otros. Se trata de: 

1. Desarrollar centros de I+D para materiales y almacenamiento,

2. Diseñar tecnología adaptada a nuestras condiciones climáticas y sociales,

3. Construir fábricas con cadenas locales de proveeduría,

4. Generar patentes, talento y propiedad intelectual mexicana,

5. Exportar soluciones integradas desde México al mundo. 

El nuevo marco legal permite, por ejemplo, que los excedentes de generación distribuida se integren a la red pública, que la CFE adquiera proyectos solares al final de su contrato, y que se simplifique el acceso a permisos para microproyectos productivos en comunidades rurales.

Todo esto construye una lógica de valor agregado, en la que México no solo participa: propone, regula y lidera.


Un solo SOL para Norteamérica: una visión compartida

 Es importante señalar que el reordenamiento de la política solar en Estados Unidos, incluyendo las discusiones recientes sobre incentivos fiscales y producción nacional, responde a su propia lógica democrática e industrial, y debe entenderse como parte de su proceso soberano.

Pero ese proceso abre también una ventana de oportunidad para que México complemente y fortalezca la arquitectura energética norteamericana desde el sur.

Mientras EE.UU. fortalece sus cadenas domésticas, México puede ofrecer una plataforma industrial alineada, confiable y estratégica, que no compite con sus objetivos, sino que los amplifica. Ya lo hacemos en sectores como el automotriz, la electrónica y los semiconductores.

Hoy es el turno de la energía y la política solar, más allá de sólo enfocada a la sustentabilidad. 

Un sistema regional robusto necesita:

1. Diversificación de capacidades industriales,

2. Coordinación regulatoria,

3. Movilidad de talento técnico y científico,

4. Infraestructura compartida y resiliente. 

Todo esto puede construirse si México asume una postura activa, no subordinada, sino complementaria, como líder de su propia transformación energética.


Honrando a mi mentor Sam Pitroda: soberanía con cooperación

 Esta apuesta por la energía solar soberana también se inspira en el pensamiento de Sam Pitroda, quien en su experiencia liderando la revolución tecnológica de India planteó un principio profundo: “build together to grow together”.

Desde esa visión, México debe encontrar la manera de capturar la inversión extranjera con la ayuda del estado para beneficiar a los empresarios mexicanos. Debe establecer los términos desde su visión de desarrollo y generar las condiciones para que las alianzas tecnológicas, comerciales y financieras se hagan desde el respeto mutuo y la ambición compartida.

Una alianza energética México-Estados Unidos no tiene por qué ser un triángulo de tensión. Puede ser un modelo de co-desarrollo, si México ocupa su lugar con claridad de propósito y reglas del juego bien definidas. Debemos entender que la primera alianza es México-EEUU-Canadá, después viene cómo interactúamos con le resto.


La mesa está servida

Con la reforma energética como plataforma, y el momento internacional como contexto favorable, México puede activar de inmediato. Debemos pasar de salir de presumir plantas ensambladoras a verdaderas productoras de componentes a través de:

1. Un programa de industrialización solar en Polos de Bienestar, enfocado en ensamble, electrónica, baterías y estructuras.

2. Bonos verdes soberanos enfocados en cadenas de valor solares nacionales.

3. Un sistema nacional de innovación solar coordinado entre CONACYT, universidades y SENER.

4. Mecanismos de coinversión con empresas extranjeras bajo reglas mexicanas, con contenido nacional y transferencia tecnológica.

5. Un programa de electrificación solar comunitaria, apalancado con financiamiento multilateral y el Fondo de Servicio Universal Energético. 


La energía es nuestra

La historia industrial del siglo XXI se escribirá con baterías, paneles, redes inteligentes y decisiones valientes. 

La energía solar ya no es solo una opción limpia. Es una plataforma de soberanía económica, cohesión territorial y liderazgo internacional.

El nuevo marco legal nos da las herramientas. El contexto internacional nos da la oportunidad. Lo que sigue es voluntad.

Del “Made in Mexico” al “Made by Mexico” no hay un salto técnico. Hay una decisión política.

Y esa decisión puede transformar a México en el Sol de Norteamérica.

 

 
 
 

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 2020 by Javier Jileta

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