La banca es un privilegio social. Dentro de la estructura social, la banca juega un papel crucial en apuntalar los procesos productivos de la economía. Es a través de facilitar el acceso a capital y servicios financieros que todas las actividades económicas pueden darse con mayor agilidad reduciendo los ciclos económicos e incrementando los retornos. En términos sociales, ayuda a mejorar el crecimiento de las empresas, aumenta el empleo e, idealmente, sirve para disipar problemas de capital en crisis. Sin embargo, la banca de desarrollo tiene prioridades distintas a la banca privada.
La diferencia clave que existe se basa en entender que hay procesos económicos, proyectos o negocios, en lo que el nivel de riesgo es tal que para las instituciones bancarias resulta prohibitivo el nivel de interés que tendrían que cobrar. O, simplemente, no hay estructuras funcionales para poder calcular los riesgos y, por tanto, no es posible, ni deseable, utilizar recursos de ahorradores para estos procesos económicos. Ahora bien, en el caso de la banca de desarrollo, las prioridades pueden ir desde: participar en proyectos donde no hay estructuras para calcular riesgo, dar servicio a sectores donde no hay acceso a servicios bancarios, ayuda para acceder al sistema financiero convencional, como pudiera ser planeación de proyectos; y la banca de desarrollo está fondeada por instituciones internacionales o gobiernos. En el sentido público de la banca de desarrollo, la prioridad recae en funcionar como una palanca para el desarrollo de la economía nacional tomando en cuenta las prioridades nacionales.
En México, basta recordar las crisis bancarias de Echeverría, López Portillo y Zedillo con Fobaproa para saber que la banca privada ha contado siempre con el apoyo del Estado. En estas ocasiones, a múltiples banqueros que tomaron malas decisiones empresariales se les apoyó para que no perdieran su negocio, en lugar de apoyar a la economía nacional y directamente a sus ahorradores. Basta ver el caso de Islandia donde, en la crisis económica de 2008, se decidió nacionalizar los bancos y sus dueños perdieron sus inversiones por su manejo. El manejo estatal de la Banca en México está lleno de claroscuros, en los que existen casos de éxito como lo son Bancomext, y en la banca privada con ingresos por comisiones (30%).
La banca privada y de desarrollo deben funcionar en paralelo y de manera coordinada y sincrónica. Procesos donde el trabajo de una es complementario a la otra deben buscar atajar e impulsar la economía de manera ágil y expedita. Aún más, tomando en cuenta cómo globalmente las innovaciones bancarias en países asiáticos llevan a autorizaciones crediticias prácticamente instantáneas que van desde factoraje hasta créditos inmediatos para proyectos. Asimismo, para que esto sea una realidad, Mariana Mazzucato, de University College London, da claridad a que el Estado debe definir sus misiones a lograr. Es decir, una serie de objetivos donde todo el Estado debe coordinarse para que se logre, y donde cada integrante de la sociedad entienda qué está haciendo para lograr los objetivos.
Un excelente ejemplo de este proceso es el plan del gobierno Laborista en Reino Unido, aunque la asesoría de Mazzucato se extiende a todos los continentes. https://labour.org.uk/change/kickstart-economic-growth/
En este plan, una misión clara es el aumento del empleo, en el que se destinan recursos de desarrollo para crecer los puestos de trabajo, mejorar los servicios financieros y recursos frescos para que las empresas puedan crecer y entrar a cubrir los vacíos de capital de trabajo y absorber el crédito entre proveedores. Es decir, una política donde negocios que actualmente se están realizando y están fuera de acceso a recursos y donde la carga de financiamiento recae en proveedores se absorba por el Estado. De esta manera, liberando recursos anclados de empresas para poder realizar más actividades de negocio.
México debe seguir un proceso claro donde prioridades o misiones se definan. Más allá de tener una visión clara de lo que es la Cuarta Transformación, es necesario tener definido qué serán los objetivos por alcanzar. Un noble objetivo que comparte México con el Reino Unido son las energías limpias. Los británicos se han puesto la misión de hacerse una potencia global en energías renovables. También, la inversión en infraestructura que ha anunciado la presidenta electa Sheinbaum en torno a trenes cambiará el futuro de los mexicanos. Las inversiones que hará Reino Unido sólo en puertos, nuevas fábricas, apoyos al acero, la captura de carbono y apostar por el hidrógeno como alternativa a la electrificación son de más 10,000 millones de dólares.
La banca de desarrollo debe ser esa palanca que empuje los grandes proyectos de la administración. Respaldándose con apoyo de bancas de desarrollo de todo el mundo para poder traer no sólo recursos, sino también conocimiento y “savoir faire” para lograr los mejores proyectos para los mexicanos. Los nuevos proyectos de trenes en México deben de basarse en las mejores tecnologías, japonesas, chinas, coreanas, alemanas y francesas para lograr el objetivo de unir a los mexicanos en una nueva nación. Hablar de que, como lo ha hecho China, se puedan desarrollar líneas de trenes bala en tiempos de 2 a 4 años para integrar al país debe ser la aspiración no sólo de México, sino de occidente.
Teniendo la claridad de los objetivos, la banca de desarrollo es un instrumento para lograrlo. Démosle la prioridad que merece enfocándolo en cubrir todos los vacíos como factoraje, crédito entre proveedores, pero sobre todo, enfocado en traer los recursos que necesitamos los mexicanos para hacer realidad un México más justo y próspero.
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