Aprovechar la diversidad geográfica y recursos renovables para liderar en energías limpias.
Integrar experiencias internacionales y adaptarse a políticas globales para una transición justa.
Fortalecer instituciones nacionales para garantizar soberanía energética y desarrollo equitativo.
Con el inicio de un nuevo sexenio en México, es oportuno reflexionar sobre las oportunidades y áreas de crecimiento en el sector energético, uno de los pilares fundamentales para el desarrollo nacional. En medio de una crisis medioambiental global que se agrava día a día, las soluciones que debemos plantear como humanidad son urgentes y necesarias. La lucha contra el cambio climático es una prioridad internacional, reflejada en acuerdos como el Acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.
En 2023, los combustibles fósiles continuaron dominando la industria energética global con un 80% del consumo; las energías renovables representaron el 13%; la energía nuclear el 6%; y la geotérmica y el hidrógeno verde menos del 2%. La transición de recursos fósiles a renovables está ocurriendo de manera lenta pero constante, más rápida que en el pasado pero aún insuficiente para cumplir con las metas climáticas globales. Esta situación nos lleva a replantear estrategias energéticas que aprovechen las circunstancias nacionales y puedan ser aplicadas de manera territorialmente adecuada. Como lo han demostrado países como Alemania y Dinamarca, no existe una única solución energética aplicable a todas las regiones.
Una nueva política energética en México debe basarse en los principios fundacionales y fortalecer las instituciones existentes, como la Secretaría de Energía (SENER), Petróleos Mexicanos (PEMEX) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Estas instituciones deben ser el eje para estructurar un plan que permita realizar la transición de manera óptima y segura, garantizando la soberanía energética en un contexto global marcado por tensiones geopolíticas, como las fluctuaciones en los mercados petroleros y las disputas comerciales internacionales.
El nuevo plan energético debe garantizar una transición que no solo reduzca la dependencia de los recursos fósiles, sino que también promueva el desarrollo sostenible y equitativo. Históricamente, México ha obtenido relevancia mundial como uno de los países petroleros más importantes, y este legado es parte de nuestra soberanía. Sin embargo, países como Noruega han demostrado que es posible utilizar los ingresos del petróleo para invertir en energías renovables y tecnologías limpias, diversificando así su matriz energética.
México es más que su petróleo. Nuestra diversidad de climas y zonas geográficas nos permite aprovechar la energía solar, eólica, marítima y nuclear. Por ejemplo, España ha logrado avances significativos en energía solar, mientras que China lidera en capacidad instalada de energía eólica y solar. Aprender de estas experiencias internacionales puede ayudar a México a diseñar estrategias efectivas.
Es por esta diversidad que México debe plantear una estrategia energética acorde con las características de cada región, asegurando que todos los mexicanos tengan acceso a energía confiable y a precios asequibles. El reto es crear una transición energética justa que conjugue sostenibilidad ambiental y equidad social, con una planificación a largo plazo que garantice el acceso universal. Esto es especialmente relevante en un mundo donde las tensiones geopolíticas pueden afectar el suministro y los precios de la energía, como se ha visto en conflictos internacionales que impactan los mercados globales de petróleo y gas.
Para garantizar una política energética sólida, el Estado debe generar una visión de largo plazo y coordinar esfuerzos multidisciplinarios para estudiar y analizar la implementación de estas políticas. Esta visión debe identificar las regiones con mayor potencial y facilitar inversiones que impulsen un crecimiento sostenible y equitativo. Herramientas estratégicas como mapas de potencial energético y políticas de incentivos pueden orientar el desarrollo de energías renovables, destacando áreas clave para la inversión.
La CFE es actualmente el principal productor de energías limpias en México, aportando el 47% de la energía suministrada. Destaca en la generación de energía nuclear a través de la central Laguna Verde, que contribuye con más del 3% de la electricidad del país. Sin embargo, el potencial es mucho mayor. México tiene un potencial estimado de 24,918 GW en energía solar fotovoltaica; 3,669 GW en energía eólica; 2.5 GW en energía geotérmica convencional; y 1.2 GW en instalaciones hidroeléctricas existentes. Este total de 28,590.7 GW es suficiente para cubrir cien veces las necesidades eléctricas actuales del país. Así, no solo podríamos tener un suministro interno sostenible y limpio, sino también la capacidad de exportar energía y ser líderes mundiales en energías renovables.
No obstante, esta transición energética impone retos significativos. La energía es vital para la vida humana y es la base de nuestras actividades cotidianas. La transición no es solo tecnológica, sino también social y financiera. Se requieren nuevos modelos de financiamiento para movilizar los recursos necesarios y asegurar que el acceso a la energía sea confiable, asequible y sostenible. Países como Japón y Corea del Sur han implementado exitosamente modelos de financiamiento público-privado para impulsar la innovación en energías limpias.
Este próximo sexenio ofrece la oportunidad de ser uno de los más significativos en términos de política energética. Se trata de encontrar un balance entre los intereses políticos, económicos y sociales. La energía, más allá de ser un servicio, es fundamental para la interacción social y es un indicador de justicia y equidad en un país. Garantizar el acceso a energía confiable debe ser una preocupación primordial.
Es importante reconocer que las transiciones energéticas no son un simple reemplazo de tecnologías antiguas por nuevas, sino que implican un proceso de cambio social complejo y transformacional. Las experiencias de países como Alemania con su "Energiewende" muestran que las transiciones exitosas requieren tiempo, inversión y un amplio consenso social. No existe una única solución aplicable a todas las regiones; las realidades, los puntos de partida y las perspectivas varían.
Corolario:
El principal ventaja de México en el contexto energético actual radica en su abundante diversidad de recursos renovables y su posición geográfica estratégica. Al aprovechar estas fortalezas, México tiene la oportunidad de convertirse en un líder mundial en energías limpias, garantizando su soberanía energética y promoviendo un desarrollo sostenible y equitativo para todos sus ciudadanos.
La soberanía energética de México ha sido y sigue siendo un pilar estratégico para el desarrollo del país. En un mundo marcado por cambios climáticos y tensiones geopolíticas, es imperativo que México diseñe e implemente una política energética que refleje tanto las necesidades nacionales como las tendencias globales, asegurando un futuro próspero y sostenible.
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