Cuando el dinero manda, ¿puede hablar la democracia?
- Javier Jileta
- hace 1 día
- 1 Min. de lectura

¿Invertiremos en el empoderamiento real de nuestra gente o permitiremos que el poder económico siga marcando los límites del cambio?
Inspirado por Sam Pitroda —referente global en desarrollo, tecnología y democracia— y guiado por los principios de Gandhi, he estado reflexionando sobre la urgencia de una inversión pública con sentido ético y social.
Pitroda insiste en que la democracia es un bien público global, y que defenderla va mucho más allá de acudir a las urnas. En México, esta idea cobra fuerza: estamos viviendo una transformación política legítima, pero enfrenta resistencias de grupos económicos acostumbrados a imponer su agenda desde las sombras.
💡 ¿Qué implica realmente una democracia prospera y justa?
Significa que el Estado invierta de forma decidida en educación, salud, ciencia, innovación y acceso a la información. Que fortalezca las instituciones, y que construya una economía que no esté diseñada solo para unos cuantos. Que coloque la dignidad humana en el centro.
Gandhi enseñaba que el verdadero progreso se mide por cómo tratamos a los más vulnerables, no por la fuerza de los poderosos. Pitroda lo traduce a nuestra época con una visión concreta: fortalecer lo público, democratizar el conocimiento y construir alianzas internacionales basadas en principios.
Hoy más que nunca necesitamos un gobierno que no tema usar su poder para servir, redistribuir y empoderar. Y también una ciudadanía crítica, activa y solidaria, que exija que el rumbo del país esté guiado por la justicia, la inclusión y el bien común.
🗣️ ¿Qué opinas? ¿Dónde debería México enfocar su inversión pública para construir un futuro más justo y sustentable?
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