El sistema de transporte aéreo de México se encuentra en una encrucijada.** Décadas de privatización, regulación laxa y prácticas monopolísticas han llevado a costos elevados, menos opciones para los consumidores y una infraestructura fragmentada. Sin embargo, entre estos desafíos surge una oportunidad: el renacimiento de Mexicana, la aerolínea estatal, y una estrategia nacional renovada que priorice el bienestar público sobre el lucro corporativo. Este ensayo aboga por una transformación integral del sector aeronáutico mexicano, aprendiendo de innovadores globales como Singapur y China, mientras se aprovecha la tecnología, reformas regulatorias y el relanzamiento estratégico de Mexicana para democratizar el transporte aéreo y restaurar su papel como servicio público.
1. El legado de la privatización: Un sistema en crisis
El sector aeronáutico de México fue remodelado en los años 90 bajo el presidente Carlos Salinas de Gortari, cuyas reformas neoliberales privatizaron aeropuertos y desregularon la industria. Aunque buscaban aliviar presupuestales, priorizaron las ganancias sobre el bien público. Consorcios privados adquirieron aeropuertos pero postergaron inversiones críticas, extrayendo ganancias mientras la calidad del servicio se estancaba. Órganos reguladores como la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) no exigieron responsabilidades, permitiendo monopolios.
La quiebra de Mexicana de Aviación en 2010 ejemplifica este fracaso. Antes líder en servicio y eficiencia, Mexicana colapsó por mala gestión del Grupo Posadas y la falta de intervención estatal. Su bancarrota consolidó un duopolio (Aeroméxico y Volaris), elevando tarifas, reduciendo rutas y erosionando el excedente del consumidor. Abandonar a Mexicana —en lugar de nacionalizarla— privó a México de una herramienta para garantizar accesibilidad. Hoy, con Aeroméxico controlando el 90% de rutas lucrativas (ej. Ciudad de México-Asia), la necesidad de competencia y regulación es innegable.
2. Lecciones de líderes globales: El modelo de Asia
México debe mirar a Asia, donde países como Singapur y China tratan el transporte aéreo como infraestructura crítica. El Aeropuerto Changi de Singapur sincroniza procesos —desde manejo de equipaje hasta aduanas— usando análisis de datos, permitiendo a los pasajeros salir en 30 minutos. El Aeropuerto Daqing en China emplea IA y reconocimiento facial para una experiencia sin papeles. Aunque persisten preocupaciones de privacidad, los beneficios son claros: menos retrasos, costos bajos y seguridad reforzada.
Estos modelos desafían el dogma neoliberal de que la privatización garantiza eficiencia. Las empresas estatales asiáticas demuestran que lo público puede sobresalir si se alinea con metas nacionales. México debe adoptar esta visión, viendo aeropuertos y aerolíneas no como centros de lucro, sino como motores de conectividad y crecimiento económico.
3. Mexicana 2.0: Una aerolínea pública impulsada por tecnología
El relanzamiento de Mexicana, gestionada por militares, ofrece un nuevo comienzo. Libre de sistemas obsoletos, puede integrar tecnología innovadora:
1. IA y biometría: Implementar reconocimiento facial o de huellas digitales para embarques rápidos y seguridad integrada.
2. Big Data para rutas: Analizar flujos de pasajeros para identificar rutas subatendidas (ej. conexiones regionales a Oaxaca o Chiapas) y ofrecer tarifas dinámicas.
3. Automatización económica: Reemplazar sistemas anticuados con soluciones en tabletas para tripulaciones, reduciendo costos operativos.
Durante la pandemia, los puentes aéreos ad hoc entre México y China mostraron el potencial logístico estatal. Mexicana podría institucionalizar esta agilidad, compitiendo en corredores clave (ej. Ciudad de México-Cancún, donde el monopolio de Aeroméxico infla precios) y atendiendo rutas olvidadas.
4. Reforma regulatoria: Priorizar a las personas
Para apoyar a Mexicana y desmantelar monopolios, México debe rediseñar su marco regulatorio:
1. Subastar slots aeroportuarios: Reemplazar permisos heredados con subastas dinámicas. Gravar slots premium en el AICM para evitar dominio de una sola aerolínea.
2. Límites de tarifas y subsidios: Establecer techos de ganancia en rutas esenciales (ej. conexiones a estados marginados) y subsidiar viajes regionales.
3. Segmentar roles aeroportuarios: Dirigir el turismo (ej. vuelos a Cancún) al AIFA, aliviando la congestión del AICM, como en Londres (Heathrow para negocios; Gatwick para ocio).
Estas reformas alinearían el transporte aéreo con la visión de economía estatal de López Obrador, sirviendo al desarrollo nacional, no a accionistas.
Un vuelo hacia el futuro
La crisis aeronáutica refleja fracasos neoliberales más amplios. La privatización generó ineficiencia y desigualdad, pero el renacimiento de Mexicana —con tecnología y regulación audaz— ofrece una reinvención. Al tratar el transporte aéreo como servicio público, México puede emular a Asia, asegurando accesibilidad, reconectando regiones y reclamando soberanía sobre sus cielos. El statu quo de monopolios ya no es viable. Mexicana debe llevar consigo la promesa de un sistema que sirva a todos los mexicanos, no solo a unos cuantos.
Comments